La Primera Encomienda

Proteger, educar y evangelizar al indio, esas fueron las premisas sobre las cuales se basó la institución de la Encomienda en América, a cambio de que este pagara un tributo a su encomendero, el español. Si bien en el Imperio de los Incas se pagaba tributo, la tercera parte de la producción se destinaba a las reservas del Inca, lo que sugiere que los naturales de alguna manera estaban acostumbrados convivir con algún tipo de carga impositiva, hay que tener en cuenta que esta misma carga provenía desde el seno mismo de su cultura. Una cultura analizada desde dentro es perfectamente entendible, no así vista desde afuera.
La civilización es como una antorcha que se pasa de mano en mano, generación tras generación. Al llegar un agente externo y comprometer las bases de una sociedad, como lo son la educación y las creencias, sólo un destino es posible, el derrumbe de una civilización. El nexo entre una generación y la otra se pierde, la antorcha se apaga. Los viejos dioses de los viejos ya no son, y los nuevos dioses ya no reconocen a los antiguos. De esta forma en tan sólo una generación comienzan a fracturarse las sociedades, al ser incapaces de traspasar los valores que la conforman. De esta misma forma los valores añejos de una antigua forma de vida, si son traspasados a un nuevo mundo, ya no son útiles.
La encomienda como sistema de control y trabajo no hubiera tenido un efecto tan negativo, de no tocar la educación y las creencias religiosas. Aunque vistas por separado se haya progresado en comparación con el estado anterior.
Les dejo estas ideas a modo de introducción de una segunda entrega acerca del mismo tema.

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